La historia de Maryam

Puedo recordar vívidamente los días en que la enfermedad de mi padre pesaba mucho en mi corazón. Eran tiempos de profunda preocupación. Rezaba duas de curación por él con fe inquebrantable, esperando una recuperación milagrosa. Pero a medida que los días se convertían en semanas y las semanas en meses, el estado de mi padre no cambiaba. La duda empezó a invadir mis pensamientos y me pregunté por qué mis oraciones parecían no tener respuesta.

Una noche, desbordada por mis emociones, caí al suelo rezando y clamé a Allah. Las lágrimas corrían por mi rostro mientras suplicaba: "¿Por qué, Allah, no me respondes? ¿Nos has abandonado a mí y a mi padre cuando lo necesitábamos? Por favor, responde a mis oraciones y duas".

Aquella noche, mientras me acostaba a descansar, un sueño se desveló ante mí como ningún otro. Me encontré de pie en un lugar de serena belleza, envuelto por una luz suave y radiante. Y entonces, de en medio de esa luminosidad, emergió una figura el Profeta Isa Al-Masih (Su paz sea con nosotros).

El Profeta Isa (que Su paz sea con nosotros) estaba ante mí, vestido con ropas de un blanco puro, y su semblante resplandecía con una serenidad de otro mundo. Todas mis dudas y temores se disolvieron en su presencia, sustituidos por una profunda sensación de paz y consuelo.

Se acercó a mí con compasión en los ojos y extendió la mano hacia mi padre enfermo. Cuando Su mano tocó suavemente la frente de mi padre, una oleada de calor y energía curativa recorrió su cuerpo. Vi con asombro cómo el rostro de mi padre se transformaba, y el dolor que había grabado en él parecía desvanecerse, sustituido por una apacible sonrisa.

El Profeta Isa (Su paz sea con nosotros) volvió Su mirada hacia mí, y Su voz, suave y tierna, resonó dentro de mi propia alma. "Mi querida niña, Maryam", me dijo, "he curado a tu padre. Nunca dudes del poder de tus oraciones, pues siempre escucho las voces de mis hijos. Confía en Mi sabiduría y ten fe en Mi plan". Continuó: "Me preocupo por ti; todo lo que necesitas es confiar en mí y seguirme". Entonces me bendijo.

Me desperté con el corazón acelerado, incapaz de creer el milagro que se había producido ante mí. Llena de esperanza y expectación, me dirigí rápidamente a la habitación de mi padre. Y allí estaba, sentado en la cama, con los ojos brillantes y llenos de alegría. Era como si le hubieran dado una nueva oportunidad de vivir, sin que le afectara la enfermedad que le había asolado durante tanto tiempo.

Invadida por la gratitud, me postré en oración para dar gracias por la curación milagrosa de mi padre. Y en ese momento, también expresé mi más profunda gratitud al Profeta Isa (Su paz sea con nosotros), la Palabra de Allah, cuya visita en mi sueño no sólo había curado a mi padre, sino que también había infundido en mi corazón una fe inquebrantable.

Desde aquel extraordinario encuentro, mi fe ha sido inquebrantable. Comparto la historia de la curación milagrosa de mi padre con todo el que quiera escucharme, como testimonio del poder del Profeta Isa (Su paz sea con nosotros), de la oración, de la realidad de la intervención divina y del amor y el cuidado sin límites que el Profeta Isa (Su paz sea con nosotros) tiene por todas las personas.

He llegado a comprender que los caminos de Allah van más allá de la comprensión humana, y que Sus respuestas pueden llegar de la forma que menos esperamos. He aprendido a rendirme a Su voluntad divina, a confiar en Su infinita sabiduría y a encontrar consuelo sabiendo que nuestras oraciones siempre son escuchadas.

La visita del Profeta Isa (Su paz sea con nosotros) y la curación de mi padre sirven como recordatorios constantes de la misericordia y las bendiciones que fluyen de la mano benevolente de Allah. Siempre estaré agradecida por esta profunda experiencia, pues ha fortalecido mi conexión con lo divino y ha solidificado mi decisión de caminar por la senda de la fe.

Y así, la historia de la curación milagrosa de mi padre sigue inspirando a todos los que la escuchan: un testimonio del poder inquebrantable de la fe, de la realidad de la intervención divina y del amor y el cuidado sin límites que Allah y Su Palabra, Isa Al-Masih (Su paz sea con nosotros), nos brindan.

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