Hoy en día, para muchas personas, las duras realidades de la guerra, el desplazamiento y la incertidumbre pesan mucho en el corazón. Las naciones desgarradas por el conflicto y las familias separadas por la violencia hacen que muchos se pregunten: ¿Dónde está la paz? ¿Dónde está la esperanza? Estas no son preguntas nuevas. A lo largo de la historia, muchas personas, incluidos los profetas de la antigüedad, buscaron la promesa de paz y liberación. Entre estas voces proféticas estaba Isaías, quien siglos antes del nacimiento de Isa (que Su paz sea con nosotros), predijo la llegada de una figura extraordinaria: el Príncipe de la Paz.
En el libro de Isaías, una poderosa profecía brilla como un faro de esperanza en medio de la oscuridad: “Porque nos ha nacido un niño, nos ha sido dado un hijo; y el gobierno estará sobre su hombro. Y se llamará su nombre: Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz” (Taurat, Isaías 9:6).
El profeta Isaías habló de un tiempo en el que Alá enviaría un líder como ningún otro. Este líder traería una paz verdadera, no solo la ausencia de guerra, sino una paz profunda y duradera que transformaría el corazón humano y reconciliaría a la humanidad con Alá. Este Príncipe de la Paz traería justicia, establecería la rectitud y pondría fin al ciclo de violencia.
Los musulmanes que honran a Sayidna Isa (que Su paz sea con nosotros) saben que es una figura de compasión, sabiduría y sanación. Pero es más que un profeta: es el cumplimiento de la profecía del profeta Isaías, el enviado por Alá para traer salvación a un mundo sufriente.
Cuando nació Sayidna Isa (que Su paz esté con nosotros), los cielos de Belén se llenaron de ángeles que proclamaban su importancia. El Evangelio de Lucas recoge sus palabras: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Injil, Lucas 2:14).
Esta declaración se hizo eco de la profecía del profeta Isaías, que afirmaba la misión de Sayidna Isa (que Su paz sea con nosotros) como portador de paz. Su nacimiento no fue sólo para el pueblo de Belén, sino para todas las naciones, tribus y lenguas. Sayidna Isa (que Su paz sea con nosotros) llegó como un regalo de paz para toda la humanidad, incluidos los que sufren hoy en día en tierras devastadas por la guerra y los conflictos.
El canto de los ángeles nos recuerda que la voluntad de Alá para la humanidad es la paz, no la destrucción. Revela a un Dios que se preocupa profundamente por el sufrimiento humano y que interviene en la historia para traer sanación y reconciliación.
La paz que ofrece Sayidna Isa (que Su paz sea con nosotros) no es como los frágiles tratados o los ceses del fuego temporales que vemos en este mundo. Es una paz más profunda, que aborda las causas profundas del conflicto humano: el orgullo, el odio y el pecado. Isa enseñó a sus seguidores a perdonar a sus enemigos, a amar a sus vecinos y a confiar en la justicia suprema de Alá.
Para quienes están cansados por el peso de la guerra, la invitación de Isa a la paz ofrece un salvavidas. Él los llama diciendo: “Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para sus almas” (Injil, Mateo 11:28-29).
La paz de Sayidna Isa (que Su paz sea con nosotros) no se limita a un grupo o nación, sino que es universal. En el Corán, Sayidna Isa (que la paz sea con nosotros) es llamado “un signo para todos los pueblos” (ayat lil-alamin, Surat Maryam 19:21). Su vida y su mensaje dan testimonio de la misericordia y el amor de Alá por toda la creación. El título de “Príncipe de la Paz” nos recuerda que Alá desea la armonía y la justicia, e Isa es el instrumento de ese propósito divino.
Para quienes luchan por encontrarle sentido a su dolor, el mensaje de Sayidna Isa (que Su paz sea con nosotros) es claro: la paz comienza cuando abrimos nuestros corazones a la guía de Alá y buscamos la reconciliación con Él. Sayidna Isa (que Su paz sea con nosotros), como Príncipe de la Paz, no solo ofrece la promesa de paz en esta vida, sino también la garantía de paz eterna en el mundo futuro.
A mis hermanos y hermanas que están cansados y buscan la paz: tengan ánimo. La promesa del Príncipe de la Paz es para ustedes. El nacimiento de Sayidna Isa (que Su paz sea con nosotros) fue anunciado con canciones de esperanza y buena voluntad, y su vida estuvo dedicada a restaurar a los que tenían el corazón roto y sanar a los heridos. Incluso en los momentos más oscuros, su luz brilla como un recordatorio de que Dios no nos ha abandonado.
Que la promesa de Sayidna Isa (que Su paz esté con nosotros), el Príncipe de la Paz, llene vuestros corazones de esperanza. Que su ejemplo os inspire a buscar la paz en vuestra propia vida y a extenderla a los demás. Y que sus palabras y su vida os acerquen más a Aquel que os ama profundamente y os ofrece una paz verdadera y eterna.